Segunda parte...
Hace unas semanas escribí una entrada titulada Soy abogado y estudié Design Thinking. Y en esta nueva entrada vengo a profundizar del por qué mi decisión y cómo me ha ayudado esta metodología para mejorar la forma en que doy mis asesorías. Quiero ser franco, lo que leerán era parte original del artículo antes mencionado. Sin embargo, por lo extenso decidí dividirlo y hacerlo más sencillo. Sobre todo por la importancia del tema en cuanto a la actualización de los profesionales del derecho ante los nuevos retos a los que nos enfrentamos.
Desing Thinking es una metodología que ayuda a enfocarnos en la búsqueda de soluciones centrándonos en nuestro cliente (usuario). La metodología parte de ese pensamiento de diseño que generalmente tienen los que están sumergidos en lo creativo. Es una metodología que siento va muy de la mano con la forma de pensamiento que tenemos, analítico, y que al combinar nuestro pensamiento analítico con el pensamiento de diseño creativo, nos aporta un campo visual de estrategia más amplio, empático, productivo, innovador, rápido y en ocasiones disruptivo.
Stanford’s d.school, expresó sobre Design Thinking que: “Es un proceso creativo de resolución de problemas que se enfoca en comprender las necesidades de los demás, realizar pruebas rápidas e iterar y sacar a relucir su genio creativo interno.”
Así que todo está centrado en las personas, tecnología y los negocios. Eso sí, se necesita tener una mente abierta, ser curioso, colaborativo y constructivo.
Por ende, dos de las fases que más me gustan son la de empatizar y la de definición (del problema). Son dos de las 5 fases que tiene la metodología. El punto es que con estás dos primeras llegamos a tomar caminos no siempre de la forma acostumbrada. Porque llegamos a empatizar más con nuestros clientes ya que hacemos las preguntas correctas, escuchamos, observamos y comprendemos más, y entonces no nos quedamos sumergimos en la parte de códigos y leyes, viendo un caso de la forma más fría posible, no. Hay mucho más por descubrir cuándo aplicamos empatía a nuestros clientes se los aseguro.
Por ejemplo; hay casos donde la mejor solución es un (mal) arreglo que un pleito (litigio) de larga duración, salvo que no quede de otra que realizarlo; y esto porque al empatizar con el cliente podemos descubrir que este tipo de litigios lo desgastaría muchísimo o que hay elementos que podrían alterar el negocio, una negociación a un costo fatal o que el cliente está tomando una decisión por presión o de forma muy reactiva. Ya han sucedido casos donde el desgaste de un pleito tanto económico, emocional y familiar incluso, provoca consecuencias nefastas -al cliente.
Design Thinking me ha dado las herramientas necesarias para la creación de mejores escenarios y hacer estrategias mas acertadas porque cuento con una serie de métodos que permiten llegar mejor preparado a la fase de idear soluciones. Por ejemplo, en mi caso personal para la fase de Definición del Problema utilizo los mapas mentales cuando son temas de arbitraje, estrategias y evaluación de riesgos legales. También uso la técnica affinity diagram que ayuda a organizar la cantidad de información que dispone el caso que estoy llevando en tarjetas agrupadas -ahora las hago digital. El plus que he conseguido en varias ocasiones es re-enfocar el problema, puesto que llego a tener más información de la que usualmente podría tener y a todo esto le aplico ese pensamiento crítico y análisis jurídico con mayor facilidad.
Y es que, al utilizar Design Thinking, uno debe estar abierto a la exploración, a la innovación, a crear con fluidez y flexibilidad y a la observación constante. Por eso la fase de ideación en la que vamos a tirar las ideas en búsqueda de soluciones es algo fascinante porque uno viene recopilado más información importante de la acostumbrada y al acompañar el proceso de diferentes métodos; tales como: Brainstorming; el método What if…?; y el Brain Dump (descarga de cerebro) se es más fácil visualizar distintas soluciones al verdadero problema o problemas que nuestro cliente tiene.
Pero el mayor plus que he tenido es acceder más a esa parte creativa e innovadora que tenía guardada. Tampoco es que me he vuelto el más creativo, pero sí puedo decir con total franqueza que busco más soluciones creativas de las que antiguamente buscaba y a veces, creanme que a veces, las soluciones no siempre pasan por los litigios ni por los contratos. A veces la mejor estrategia es la solución menos compleja. Los abogados no estamos acostumbrados a lo disruptivo y a ese pensamiento creativo, pero no quiere decir que no podemos. Quiere decir que tenemos un reto por delante y que debemos aportar más valor y beneficios utilizando todas las herramientas que nos sean posibles. Porque el mundo de hoy, así tan digital, con profundas transformaciones a pasos agigantados, cargado de normativas y reglamentaciones que cumplir y con alta demanda de soluciones nos hace salir de la zona confortable para encontrar esas formas de ayudar más a nuestros clientes en alcanzar sus objetivos.
Por tanto, escoger DT y lograr aplicar ese alto nivel de las fases que brinda a través del entendimiento, de la exploración y de la materialización da sin lugar a dudas mejores resultados y clientes más satisfechos porque cuentan con un asesor que tiene las herramientas para ayudarles en el día a día.
Y eso sí, seguro que seguiré en el proceso de aprender más herramientas que aporten, que aporten muchísimo a mis clientes, no solo porque me debo a ellos, sino porque el mundo necesita que seamos asesores vanguardistas y que más allá de los enormes problemas que nos aquejan, demos soluciones.